Le producía escalofríos la capacidad de Kevin para controlarlo todo. Menos mal que parecía estar de su parte, porque habría sido un rival muy difícil de vencer. En silencio, Amanda reconoció a las dos personas que hablaban sin sospechar que estaban siendo escuchadas. Eran los dos Ansúrez, padre e hijo.
— La detective que contratamos afirma que sólo pudiste ser tú. ¿Es cierto?
— ¿Cómo dices?
— ¡Que si fuiste tú! ¿Te llevaste ese informe para dárselo a la oposición?
— No puedes tener pruebas de lo que estás diciendo…
— No las necesito. Con tu respuesta me basta para saber que es cierto.
Se hizo un silencio incómodo entre ambos, que rompió el hijo.
— ¿No podías habérmelo dicho? ¿Dejaste que me preocupara, que encargara una investigación?
— Era mejor que no lo supieras.
— Siempre igual. ¿Y si me dejaras decidirlo a mí, para variar?
— Pues no, no en este caso.
— ¿Confías más en el partido que en tu propio hijo?
— ¿Qué te hace pensar que ellos lo saben?
— ¿No? Pues no lo entiendo… ¿A qué juegas? ¿Has cambiado de…?
— Ellos tampoco lo entenderían. A veces son tan… cuadriculados… Pero no me preocupa explicártelo. De hecho, ahora que sabes una parte, es mejor que lo sepas todo.
— Pues estoy deseando oírlo.
— Verás, descubrimos algo, algo de la oposición. Algo que, si se hiciera público, podría acabar con ellos.
— ¿Y cuál es el problema? ¿No es ése el sueño de cualquier político, poder destruir a su rival?
— ¿Lo ves? Tú piensas como los del partido. Pero las cosas no son así.
— ¿Entonces cómo son?
— ¿Por qué crees que existe el bipartidismo? Porque la gente se cansa de nosotros, porque en realidad no somos lo que ellos quieren. Y mientras van alternando, se creen que son ellos los que deciden, y el sistema sigue funcionando. ¿Qué crees que ocurriría si sólo hubiera un partido con posibilidades de gobernar? De acuerdo, estaríamos en el poder unos cuantos años. Y luego… ¿qué? Verían que no es esto lo que quieren, y sería un desastre.
— ¿Me estás diciendo…?
— Que vamos en el mismo barco que la oposición. Que nos necesitamos para sostener este tinglado que hemos organizado. Y que no nos interesa que queden fuera de juego.
— Entonces… ¿para eso los ayudaste? ¿Para que tuvieran algo que anulara la amenaza de que pudierais usar lo que habíais descubierto?
— Exacto. Y organicé las cosas para que ni siquiera tú llegaras a enterarte. Pero no sé cómo esa detective consiguió que la contrataras.
— Espera un momento… ¿Tú habías contratado a los otros detectives?
— Habría sido más fácil si tú no te hubieras empeñado en elegir entre dos empresas de investigadores. Era necesario desacreditar a los otros. Pero no lo consiguieron, y quedaron fuera de juego. Tratamos de asustarlos, pero parece que tampoco funcionó. Aún así, no sé cómo han podido deducir quién era el responsable.
— Eso ahora no importa. ¿Qué piensas hacer?
— ¿Yo? Nada. ¿Qué quieres que haga? Nadie puede denunciar nada, no hay ninguna prueba de nada, y a nadie le interesaría algo así. Sabes que todos los altos cargos de esta ciudad tienen algo que ocultar. Es inevitable. No tengo de qué preocuparme. Ni tú tampoco. Paga a esa detective, y despídela.
— ¿Sabes? Hay días en que me gusta mi trabajo, pero hoy no. Y me alegro de no ver las cosas como las ves tú.
— Puedes cerrar los ojos, como los cierra todo el mundo, pero no es que yo lo vea así: Es que es así.
Amanda quedó pensativa. Todo le daba asco. Kevin tenía razón, lo más importante, lo único importante, era qué haría con la verdad que había descubierto.
… y qué podrá hacer Amanda? menudo tinglado el que ha descubierto y en el que está metida.
Como la vida misma.
Un abrazo
A estas alturas, si no sabes qué podrá hacer, lo puedes leer, porque ya está escrito el desenlace de la historia. (Se llama desenlace, como si estuviera todo enlazado, es curioso, nunca lo había pensado.)
Saludos.
Yo que Amanda los mandaba a todos a freir espárragos.
Ahora me toca regañarte. ¡No te veo por mi casa! Ainsss, con lo que venías antes. ¿que te pasa?
Feliz fin de semana
Ana
😦
Espero que pronto…
Saludos.
La trama se complica. Cada vez estoy más intrigada. Un saludo
Pues ya puedes leer el último capítulo y «desintrigarte» (palabro).
Saludos.
Caramba. Tal vez sea mejor dejar las cosas como están… Un beso.
En realidad, poco se puede hacer. Pero al menos que sepan que no nos chupamos el dedo.
Saludos.
Esto se va complicando…
Aunque estés hibernando, te he concedido el «Blog On Fire Award».
Que lo sepas!
Besos.
Gracias, teléfono, es todo un honor.
A ver si me voy despertando, que se acerca la primavera…
Saludos.
Esto se está poniendo cada vez como la vida real, vaya tela…con los políticos !! en cuanto a Amanda la entiendo perfectamente y el porque siente nauseas.
feliz noche de domingo Alan
La verdad es que, en esta historia, no he necesitado mucha imaginación, sólo la justa para encajar los hechos.
Saludos.
Y es que entre padre e hijo no hacen falta palabras ni juramentos…basta con mirarle a los ojos para descubrirlo. Vaya tela Amanda, la pobre donde está metida 🙄
Que tengas una bonita seman ostit…
Muakkk!
😆 Está claro, y tampoco creo que le pillara muy de sorpresa al hijo…
Saludos.
La ventaja de haber llegado tarde es que he leído dos en uno y es lunes, tengo menos días de inquietud!!!!
Lamento los retrasos Alan pero te sigo. Te leo.
Saludos,
¿Hablas tú de retrasos? ¿Y yo? Te aviso de que el siguiente capítulo es el último de la historia, por si quieres retrasarte menos. Y después… ¡sorpresa!
Saludos.
Jajaja, Lo mismo me pasa a mi tambien .He leido tres capitulos seguiditos!!
Me da un poco de pena ……..Ansurez. Hijo.
No sé qué nos pasa, que ahora somos muchos los que tenemos poco tiempo para los blogs. Mientras sea para bien…
A mí me da más pena el padre.
Saludos.
Uffff esto es la vida misma, y ahora como termina una historia tan verdadera??
Jo! Alan, hasta cuándo la hibernación?? todos te extrañamos 🙂
¿Quieres saber cómo termina? Pues ya lo tienes publicado. espero que esté a la altura de tus expectativas…
Es que tengo un sueño… Siempre he sido un soñador… Y sueño las historias que escribo… 😆
Saludos.