La mañana amaneció lluviosa y con un viento bastante desagradable. Amanda estaba optimista, a pesar de haber dormido bastante poco. Presentía, de alguna forma, que todo iba a salir bien. Y eso que había tenido que cambiarse de camiseta, por un incidente sin importancia con el café del desayuno. Incidente que también le obligó a prepararse otro café. Pero no iba a dejar que una nimiedad como esa le fastidiara un día tan… ¿gris? No, prometedor.
Aún seguía alojada en el hotel, y aunque quería convencerse de que no había tenido tiempo de buscar otro sitio, lo cierto es que no se veía alquilando un piso en Zaragoza. Su cuerpo le pedía un cambio más drástico, y tendría que planteárselo según evolucionaran los acontecimientos.
Salió a la calle con decisión y tomó rumbo a la empresa de Ansúrez. A esas horas había pocas personas por la calle, y casi todos iban en coche. Al pasar una esquina, pudo ver de reojo una sombra que le agarró el cuello por la espalda y la inmovilizó apretando con los dedos en su garganta. Amanda quería toser, pero el dolor se lo impedía, y la fuerza de su agresor hacía imposible cualquier intento de defensa.
Sintió un aliento cálido junto a la nuca, y una voz ronca susurró a su oído.
— Será mejor que te alejes de Ansúrez. Ese trabajo no es para ti. ¿Me has comprendido?
Amanda asintió como pudo, a pesar del terrible dolor que le estaba produciendo en la garganta.
— Es muy raro que avise una vez, pero nunca lo hago dos veces. Y sería una pena estropear una cara tan bonita.
Con un violento empujón la estrelló contra un vehículo aparcado, con tal tino que el espejo retrovisor le produjo una herida en la frente que al momento comenzó a sangrar. Cuando quiso girarse, de su agresor no quedaba ni rastro. Un ataque de tos hizo que no pudiera ponerse a buscarlo hasta pasado un tiempo tras el cual, cualquier intento de persecución era inútil.
Una voz masculina le ofreció ayuda mientras la tapaba con un paraguas, pues el suyo estaba en el suelo, destrozado. Cuando lo miró se encontró frente a su marido, la última persona que quería que la viera así.
— ¿Amanda? ¿Estás bien?
Ella trató de hablar, pero de su garganta no salió ningún sonido inteligible. Asintió con la cabeza, mientras su mano le pedía que se marchara.
— ¿Seguro? ¿No quieres que llame a la policía? Debería verte un médico…
Repitió los gestos de una forma más violenta, y la adrenalina que le produjo su enfado logró que se repusiera más pronto. Carraspeó varias veces, hasta que logró un hilo de voz.
— Vete. Te lo agradezco, pero prefiero que te vayas.
— Como quieras. Ese trabajo tuyo no te dará más que disgustos…
Intentó una pose digna mientras volvía a quedarse sola. Llegó empapada a la oficina, donde Marta y Cristina la recibieron preocupadas al ver su estado.
— ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?
Hablando como si estuviera afónica les contó que habían intentado atracarla. Era lo único que podía decir sin dar demasiadas explicaciones, y aún no podía descartar a nadie como sospechoso.
— ¿No quieres llamar a la policía?
Ni pensarlo, por supuesto. Una investigación oficial implicaría contarlo todo, y eso era algo que no podía hacer.
— Al oírte afónica pensé que era de la juerga de anoche, pero… ¡qué miedo! Si me pasa a mí, me muero…
— ¿Ha llegado Ansúrez?
— Aún no. Ni Luis. Suele ser puntual. Voy a llamarle, no sea que se haya quedado dormido. ¿Acabasteis muy tarde? ¡Vaya marcha teníais!
En efecto, Luis se había dormido, pero logró llegar antes de que apareciera Ansúrez. Para ese momento, Amanda ya había conseguido explicarle a su jefe lo sucedido. A pesar de la insistencia de Félix en que dejara ese caso, eso era algo de lo que Amanda no quería ni oír hablar. Por supuesto, estaba asustada. Pero retirarse habría supuesto dar la victoria a la fuerza bruta y a las malas artes, y sabía que sería algo de lo que se arrepentiría toda su vida.
Eso mismo explicó a Ansúrez cuando al fin llegó. Para vencerla tendrían que ser más listos que ella, no más bestias. La respuesta de su cliente no la esperaba, aunque era propia de él.
— No sé a quién nos enfrentamos, pero sea quien sea, acaba de conseguir que duplique tus honorarios. Es lo mínimo que puedo hacer. Y ahora vete a curarte bien esa herida. Tal vez tengan que ponerte algunos puntos.
Esto ya se está complicando. Hay violencia.Esto es serio…
Amanda tiene un concepto desvirtuado de «prometedor» pero, ahí también hay coraje…
!Que se preparen!
Saludos.
A ver cómo salimos de ésta, Amanda y yo. 🙄
Saludos.
Prometer, prometer, prometía… ¡pero, de que manera!
Ha sido muy valiente, y lo que me ha dado por pensar, es que su marido tiene algo que ver con el asunto.
Me quedo super intrigada.
Un abrazo
No creo que el marido tenga algo que ver. A veces (pocas) los maridos no tienen la culpa de todo. 😛
Saludos.
Yo también creo que el marido algo tiene que ver….Esta pobre Amanda qué complicado lo tiene!!! un beso Alan
Habrá que ponérselo difícil para que sea más interesante, ¿no? 🙄 Seguro que ella piensa que no, claro. 😆
Saludos.
Esto se complica y a la vez se pone interesante.
(Ya no vas por mi casa, se te echa de menos)
Besitos
Ana
Yo también echo de menos visitaros, pero el tiempo que tenía para ello (y para otras cosas como dormir) se ha reducido de manera drástica. Alguna vez entro en vuestros ‘blogs’, pero no de manera sistemática, como antes, y no suelo dejar rastro de mi paso.
Saludos.
Uy, madre! Como se va complicando esto!! A ver cómo termina todo!
Besines
Sé cómo. Lo que ignoro es cuándo.
Saludines.
Esta Amanda tiene muchas ganas de guerra. ¡Cuando sea mayor quiero ser como ella!
Qué lamentable que necesiten usar la violencia para impedir que la verdad salga a la luz…desgraciadamente, esto pasa mucho en la realidad, no con fuerza física pero sí con agresividad verbal, amenazas…pppfffffff
¡¡A la hoguera todos los malos!!
Saludos,
¡Eso! ¡Yo voto que sí! (A lo que sea :lol:)
Saludos.
¿Qué hacía su marido por allí a esas horas?. Qué interesante. Un beso.
Mujer, el marido también trabaja… No hay por qué pensar mal. ¿O sí? 🙄
Saludos.
Hola. Uffffff, que complicacion la Amanda. Es la realidad, Oso, la pura realidad.
Saludos y buen fin de semana
Pues sí, así y peor. La realidad supera a la ficción.
Saludos.
Nota:
No salir de casa si se te derrama el café… y encima, llueve
Un saludo
Vale, tomo nota. Pero como yo desayuno Cola-Cao… 🙄
Saludos.
¡Cómo me has recordado a estos días tan malos que llevamos! Argg, vale que llueva porque hace falta, y a veces es bonito, pero el viento helado… nada más que de pensarlo se me congelan todas las ideas.
Está bien eso de ponerle al mal tiempo buena cara… pobre Amanda, que al final ni con esas.
Muy buena continuación señor Alan. (seguro que es Luis el que lo ha ideado todo, pero el que se ensucia las manos promete ser Kevin…)
Un saludooo.
Aquí cada uno se monta su propia historia… 😎
Desde luego, se consigue mucho más con actitud positiva. Lo contrario suele llevar a no ganar nunca por no arriesgarse a perder.
Saludooooos.
Hola oso que invernando corazón?
Buenoe sto se pone cada vez más complicado, pero yo le voy a echar la flor al pobre
marido, aquí hay algo más profundo
Feliz domingo
Un besoe scueto
No vas mal encaminada, no… aunque no sepas hacia dónde caminar, pero sabes que el paseo será largo. 😛
Saludos escuetos.
Te he visto y te pillé vengo da darte un saludito de cine escueto
besotesssssss
Quise decir que no le echo la flor al marido, me comí una letra ajaa
Bueno yo te dige invernar, no hibernar que no es lo mismo eh ajaja y las dos valen, aunque para un oso no!! ajajaaaaa
Es que yo hiberno en invierno. 😛 Ya lo sabías.
Ajajajajaa ya ajajajaa besotes
En invierno invernan las personas los osos hibernan ajajajaa uff que rollo ajaja
Vaya!!! Qué pasa??? Cada vez lo complicas más!!
Hasta que, de repente, se aclare todo. 😆
Se complica, pero se van sabiendo cada vez más cosas, ¿no?
Que hacia, tan oportunamente, su marido ahi?
Y por qué ese detalle de «avisarla», del atacante?
lagarto lagarto
Tantas preguntas… No puedes fiarte de nadie, eso está claro. 🙄
Saludos.