4.- Estrictamente legal.

No fue un plácido domingo lo que hizo desear la llegada del lunes. Y Amanda lo recibió de madrugada, vestida sin hacer ruido, mirando cómo dormía su marido en la habitación de invitados, preguntándose cuánto más duraría todo aquello.

Al llegar a su supuesto nuevo empleo se alegró de tener algo con lo que ocupar sus pensamientos. Era una nave industrial con unas oficinas en las que tuvo que esperar a Ansúrez y a Javier. Llegaron a la vez, puntuales, y tras una rápida presentación les informaron del funcionamiento de la empresa.
— Aunque hay varias modalidades, lo más normal es que a diario se realicen copias de seguridad de los datos de nuestros clientes. Copias que se vuelcan en , y se almacenan en contenedores ignífugos. Ni un incendio ni una inundación podría afectarnos.
— ¿Qué tipo de datos guardan?
— Los que quiera cada cliente. Lo más normal es que se trate de facturaciones, contabilidad, nóminas… Pero también abundan los documentos confidenciales, como análisis de mercado, diseños, futuras campañas publicitarias… Además, con la nueva Ley de Protección de Datos, todos nuestros clientes tienen que mantener la confidencialidad en cuanto a muchos asuntos de sus propios clientes y de sus empleados.
— Pero… ¿cómo se hace?
— El sistema está mecanizado, y sólo es necesaria una supervisión por parte de nuestros empleados. Los datos se reciben por Internet, convenientemente codificados. Supongo que os parecerá complicado, pero ya veréis como no es tan difícil. Luis os enseñará los detalles de vuestro cometido.

El tal Luis era un chico joven, con el pelo repeinado y sonrisa permanente en la boca. Acompañó a Amanda a su asiento, y comenzó a mostrarle los entresijos de su trabajo. Era una labor rutinaria, aunque a Amanda le dio la impresión de que Luis sabía mucho de informática, y de que estaba muy volcado en su trabajo.

Ansúrez se había quedado a solas con Javier. Cuando terminaron, Amanda entró en el despacho de su jefe (¿o diría mejor su cliente?), y Javier se fue con Luis.
— ¿Tienes alguna pregunta?
— Muchas, claro. Pero habrá que ir por orden. Necesito saber qué datos han robado y cómo lo descubrieron.
— Por supuesto, no tengo que repetirte que todo esto es confidencial. Verás… la mayoría de nuestros clientes son afines a nuestro grupo político. Es algo completamente normal. Es natural que nuestros amigos y conocidos se conviertan en nuestros clientes.
— ¿Qué me está queriendo decir?
— Hay una empresa inmobiliaria, Esmica, S.A., que nos interesa bastante. Digamos que colabora activamente en nuestra financiación.
— ¿Su financiación?
— Gestionar un partido político es algo muy caro. Si no fuera por las donaciones de nuestros simpatizantes…
— Y supongo que esas donaciones tendrán una contraprestación, ¿no?
— ¿Contraprestación? En absoluto. Pero ya conoce el dicho, «es de bien nacidos ser agradecidos».
— ¡Así que estamos hablando de eso…! No hace falta que me asegure que su agradecimiento está dentro de la más estricta legalidad. No es asunto mío. Pero si pretende que investigue, necesitaré datos mucho más concretos.
— Digamos que algunos listados de transferencias entre Esmica y nuestro partido han llegado a poder de la oposición, y pretenden usarlos para chantajearnos.
— ¿Chantaje? ¿No me dijo que todo era legal?
— Yo no lo dije, fue usted. Aunque es cierto, pero eso sólo incumbe a los jueces. Sin embargo, con una presentación capciosa, algo legal puede no parecerlo, y ya estamos en el terreno de los medios de comunicación, de la polémica, y de los votantes. Y no queremos que eso llegue a ocurrir.
— Y quieren que yo descubra cómo consiguieron esos datos…
— Alguien negociará con la oposición para eliminar ese riesgo. Pero tendrá un coste que podríamos haber evitado. No queremos nuevas filtraciones, y para eso es necesario averiguar cómo se han producido.
— ¿Seguro que han salido de aquí?
— Sí. Esa empresa tiene dividida su contabilidad, y el único lugar donde se juntan todos los datos filtrados es aquí.
— ¿Ni siquiera el administrador de Esmica tiene acceso a todos los datos?
— Bueno, él sí, pero no creo que…
— Será mejor que no demos nada por hecho.
— Teniendo en cuenta que podría acabar en la cárcel, es el último interesado en que se haga público.
— ¿La cárcel?
— Se nota que nunca ha ido a un juicio. Nada es legal o deja de serlo hasta que lo dice un juez. Y si tienes dinero para recurrir, otro juez puede desdecir al primero. De todas formas, creo que ya sabes bastante para empezar, y se me está haciendo tarde. Luis te ayudará en todo lo que necesites.

Con la vista fija en su ordenador, Amanda se preguntó cómo podría enfocar la investigación. Al levantar la vista sorprendió a Javier mirándola. Al instante forzó una sonrisa que a Amanda le pareció falsa.

Anuncio publicitario