1.- ¿Caso resuelto?

El hombre del maletín salió del edificio a la hora prevista. Había concluido la jornada matinal, y los demás trabajadores se dispersaron hambrientos, pero él no. Consultó la pantalla de su teléfono móvil con un gesto de leve contrariedad, y esperó.

Minutos más tarde volvió a mirar la pantalla, marcó un número y mantuvo una breve conversación. Sin haber terminado de hablar comenzó a caminar.

A media distancia, en la misma acera, una mujer con gabardina y gafas de sol aparcaba la moto que llevaba, una Vespa negra, y lo seguía discretamente, presta a disimular si miraba en aquella dirección. Pero no fue necesario, aquel hombre no sospechaba nada, o estaba tan abstraído en la conversación que había olvidado tomar las más elementales precauciones.

Tras caminar dos manzanas, el hombre llamó a un portero automático y esperó. La mujer, oculta en la distancia, sacó una cámara de fotos. No tardó en bajar una mujer rubia. Los besos que se dieron no dejaban lugar a dudas. Besos inmortalizados en concienzudas instantáneas digitales, por supuesto. La mujer de las gafas de sol sonrió; parecía pensar «Ya te tengo».

Los siguió a un restaurante, donde sacó más fotografías. Aprovechó para comer un bocadillo en el bar de enfrente, mientras la pareja disfrutaba de un menú bastante más interesante. Los siguió de nuevo cuando salieron. Ella volvió al mismo edificio de donde había salido, y él se dirigió de nuevo a su lugar de trabajo.

Tras comprobar que las fotografías eran válidas, buscó en el portero automático el botón al que había llamado él, y luego comprobó en los buzones a quién pertenecía: «Marta Molina Sánchez». Anotó estos datos en su agenda, y se marchó.

◊ ◊ ◊

— ¡Excelente! Las fotos no dejan lugar a dudas. Con lo llamativa que eres, me divierte la forma en que consigues pasar desapercibida. Esa mujer estaba en lo cierto, su marido la engaña.
— Ha sido muy fácil…
— ¡Mejor! Ojalá fuera siempre así. Te voy a asignar a un caso de robo de datos en una empresa…
— No. Ha sido demasiado fácil.
— ¿Qué quieres decir?
— Hay algo que no me encaja. No sabría decirte muy bien qué. Pero no…
— ¿Intuición femenina?
— Llámalo como quieras, pero no me quedo satisfecha.
— Mira, nos contrató su mujer para que comprobáramos si le era infiel. Las pruebas que has conseguido son más que suficientes. Redacta un informe, la llamamos, se lo damos, y asunto arreglado. Lo de esta empresa es importante.
— Puede que tengas razón. Nunca sé cuándo tengo que dar por terminada una investigación.
— No te preocupes, es normal.
— Gracias, Félix.
— Has hecho un buen trabajo, Amanda.

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