12.- Lo que queda al despertar 2: un nuevo comienzo.

Francisco emitió un chasquido de contrariedad. No es que le pillara por sorpresa la respuesta de Carolina, pues de hecho le parecía la más probable, pero no era agradable constatar que estaba en lo cierto.

Lo último que querría es que lo pasaras mal estando conmigo. Ya tenemos edad suficiente para aceptar lo bueno y lo malo de nuestra situación. Lo que te dije me parece lo más sensato que podemos hacer, pero si te parece que no estás preparado para una relación así, la decisión es clara. Eso sí, me parece bastante radical por tu parte, pues tampoco hace tanto tiempo que nos conocemos. Siento que tenga que ser de esta forma, y aunque no soy nadie para hacerlo, te sugiero que tomes medidas para llevar las riendas de tu vida.

Releyó el mensaje, apenado, y siguió mecánicamente con el siguiente correo de la lista, una casi interminable sucesión de comentarios en su ‘blog’ y nuevas entradas de otros ‘blogs’ que seguía habitualmente, sin quitarse de la mente a Carolina.

Mientras, ella estaba contestando al teléfono.
— ¡Amanda! ¿Cuándo has vuelto? ¿Y cómo no me has llamado antes? Bueno… sí han pasado algunas cosas, pero… ¿Hoy? No, hoy no me apetece salir, mejor déjalo para otro día… Bueno, mañana, vale. Ya te contaré, sí, pero tú también me tienes que poner al día, que no sé cuánto hace que no hablamos… Vale, mañana a las ocho. No, en el Café España no, mejor en otro sitio. ¿Que por qué? No, por nada, pero… prefiero otro sitio. Sí, ahí mejor. Mañana te veo…

Amanda era su mejor amiga, pero desde que se fue a trabajar a Zaragoza, la relación se había distanciado. Ella había seguido con su día a día, con sus hijos, con su trabajo… y respecto a Amanda, no sabía si seguiría con aquel chico de la melena rizada. Lo cierto es que a Carolina nunca le gustó, pero su amiga no le había dicho nada al respecto, acaso porque sabía que no le gustaba… Era inútil elucubrar, al día siguiente saldría de dudas. Pero esa llamada le había animado. Y había llegado justo en el mejor momento. Se dirigió a su equipo de música y eligió un disco de hacía muchos años, de cuando iba a clase y empezaban a gustarle los chicos. Se sumergió en un torbellino de recuerdos, dejando que las imágenes de ayer volvieran a su espíritu y gobernaran su ánimo durante un intervalo de tiempo en el que todo sería nada y ella, una adolescente.

Francisco continuaba metódico con su labor. En cierto modo, era lo mejor que podía hacer. Apenas le exigía pensar, y le distraía. Algunos comentarios de sus lectoras habituales eran graciosos, y tenía que poner una respuesta en concordancia. Había sonrisas que asomaban tímidas entre sus labios de vez en cuando. Le agradaba aquello, le hacía sentirse bien. Por eso tenía un ‘blog’. Por eso le dedicaba tanto tiempo, y tanto esfuerzo imaginativo. Había llegado a considerarlos parte de su familia. Con reservas, por supuesto. Pero desde que se había separado, el ‘blog’ había llenado muchas de sus noches solitarias.

Sopesó si habría sido un error su rechazo al «sólo amigos». Cuando lo escribió lo tenía muy claro, pero si ése era el precio a pagar, tal vez fuera mejor reconsiderarlo. ¿Estaba realmente dispuesto a dejar de verla? ¿Qué otra opción tenía?

Continuó revisando correos, ya pensando en la cena, cuando llegó el turno de uno que atrajo su atención. «Bucaneradelpisuerga» era una dirección de correo extraña, pero al menos parecía proceder de alguien con sentido del humor. Lo abrió con curiosidad y algo perplejo.

¡Hola! He llegado a tu ‘blog’ por casualidad, y me ha parecido muy entretenido. Tienes unas ideas muy originales, atrapas la atención de maravilla, y haces que apetezca seguir leyendo. Pero lo que más me ha motivado a escribirte es comprobar que vives en Valladolid, igual que yo. Si no te parece mal y te apetece, me encantaría conocerte. Estoy convencida de que tienes que ser muy interesante. Y si no, pues nada, seguiré leyéndote, eso seguro, y tal vez otro día… Besos…

Una de las cejas de Francisco se empeñó en seguir más alta que la otra durante un buen rato, mientras pensaba qué responder a esa… ¿bucanera?

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