10.- Va a ser que no.

Ya más tranquilos, vaciaron lentamente sus vasos mientras hablaban de cosas cotidianas, hasta que Carolina volvió a referirse al tema.
— Aún no me hago a la idea… Has debido de pasarlo fatal… ¿Te dolió mucho?
— La verdad es que sí, al final fue doloroso.
— Me refería más bien al pinchazo. No alcanzo a imaginar cómo será una inyección puesta ahí. ¿No se puede tratar de otra forma?
— Si te soy sincero, he leído posibles tratamientos alternativos, pero… prefiero la inyección.
— ¿Bromeas? No te creo. ¿Qué puede ser peor que eso?
— Pues, por ejemplo, un vigoroso masaje prostático.
— ¡¿Qué?!
— Lo que estás oyendo. Palabras textuales.
— ¿Pero cómo…?
— Ignoro los detalles, pero sólo conozco una forma de acceder a la próstata…
— Pero eso… No me lo puedo creer… ¿Y no es preferible a…?
— Tu no has visto a mi médico.

Ambos rieron, hasta que un sonido familiar borró la sonrisa de Francisco: En su teléfono estaba sonando la temida e inoportuna «Campanera». Se disculpó y descolgó. Al momento le indicó a Carolina que saldría del local para que no hubiera tanto ruido. Ella se quedó contemplando a las personas de las mesas, y a los de la barra: parejas, grupos de amigos, algún solitario, tal vez esperando, acaso plantado…

El rostro de Francisco al volver denotaba disgusto. Carolina dudó si preguntarle, pero no hizo falta.
— Te aseguro que no la puedo entender. Es que todo le parece mal. Ha nacido para estar enfadada. No es sólo conmigo, claro…
— Pero supongo que con otras personas no se atreverá a echarles broncas así como así.
— No tanto como a mí, pero no creas que es de las que se callan. Aunque conmigo es… De verdad que no la entiendo. Es que, haga lo que haga, todo está mal. Y si no hago nada, también.
— ¿Qué ha sido esta vez?
— Da igual, es lo de menos. Estoy convencido de que no importa. Ayer me dijo que llamara al banco, o que mejor que esperara a que cobraran la hipoteca. Pues hoy me pregunta que si he llamado, y según ella ayer quedamos en eso, no en esperar. La cosa es liarlo todo. Se acuerda de lo que quiere, aunque a veces pienso que es discutir por discutir, porque si no lo hace, no está tranquila.
— Bueno, no lo sé. Pero mira la hora que es. Deberíamos marcharnos, mañana hay que trabajar…

Francisco acompañó a Carolina hasta donde había aparcado el coche, y cuando se despidieron él hizo ademán de besarla, pero ella se retiró.
— A la vista de las circunstancias, creo que es mejor que lo dejemos así.
— ¿Qué quieres decir?
— Si cada vez que estemos un rato juntos luego vas a tener que ir al médico, esto no tiene ningún futuro. Además, estoy convencida de que aún le importas mucho a tu ex. Si no, no te llamaría tanto, ni estaría así de enfadada. ¿Cuántas veces habláis a lo largo del día? ¿No te das cuenta de que es su forma de llamar tu atención? Y el modo en que te afecta… Lleváis muy poco tiempo separados, y entendería que volvierais a estar juntos, sería bastante lógico. Incluso es probable que fuera lo mejor que podríais hacer. Y también para tu hijo.
— Pero no…
— Odio lo que voy a decir, y seguro que tú también, pero creo que en estas condiciones sólo podemos ser amigos.

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