Sonreí a Pablos al leer el listado, complacido, mas él guardó silencio. Me dio apuro despedirme sin más, y tampoco me apetecía, así que insinué una pregunta para recuperar algo que había dejado de algún modo abierto.
— ¿Qué ocurrió para que te quedaras solo tan joven?
— ¿Te interesa? No fue muy agradable. Mis padres tuvieron un accidente de tráfico. Yo sobreviví.
— ¿Y no tenías familiares que se pudieran hacer cargo de ti?
— En realidad sí, pero… no salió bien. Mi tío Aníbal me recogió y me llevó con él a la granja que tenía en Cantimpalos. Criaba cerdos. Sus amigos se reían de él diciéndole que lo que hacía con esos animales era canibalismo. Mi tío no comprendía el insulto. Como le caían mal los norteamericanos, le hacía gracia nombrar a sus gorrinos como los estados de Estados Unidos. Yo me encariñé con uno llamado Texas. Dijo que podía quedármelo.
— ¿Te regaló un cerdo?
— Era un cerdito precioso, sonrosadito, juguetón…
— He oído que hay gente que los tiene como mascotas, pero me parece que cuando crezcan tiene que ser un problema.
— Yo sí que lo acogí como una mascota, pero al parecer, la intención de mi tío era muy distinta.
— Me lo estoy imaginando…
— Una noche me desperté. Luego supe que era el día de San Martín. Los cochinillos estaban chillando. Me asomé para ver qué pasaba. Mi tío los estaba sacrificando. Algunos amigos suyos lo ayudaban. Sujetaban al animal, y con un enorme cuchillo… Aún me siento incapaz de describir lo que presencié, aunque en mis sueños la escena revive exagerada con caras deformadas y motosierras, como una orgía de sangre…
— ¿Y qué hiciste?
— Me escapé. Cogí a Texas y me marché. Pensé que no podía evitar lo que hacía mi tío, pero si al menos podía evitar que mi cerdito muriera, todo aquello habría merecido la pena. El chillido de los cerdos aterrorizados se me había metido muy dentro. Recuerdo que me crucé por el camino con una niña. La lluvia nos había empapado. Me dijo que se llamaba Clarice; llevaba en brazos un cordero lechal, y lloraba tanto o más que yo.
— ¿Conseguiste escapar?
— No. El granjero me encontró enseguida. Se enfadó mucho. Mató a Texas, y lo convirtió en lomo, chorizos, salchichones, morcillas, jamones… Quiso que fuera para mí, dijo que para eso me lo había regalado. Yo no pude, no quise… Y me fui de allí en cuanto tuve ocasión.
— Supongo que no estabas preparado para aquello.
— Aún me despierto por las noches oyendo el chillido de los cerdos…
— …Y piensas que si realizas una labor útil, si ayudas a los demás, tal vez consigas dormir tranquilo. Tal vez consigas que esos animales dejen de chillar.
— En efecto. Mi sueño es conseguir el silencio de los cochinillos.
- "La vida es una tragedia en el primer plano, pero una comedia en el plano general." Charles Chaplin
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¡Disfruta de mi mejor historia!
Has recurrido al título de dos películas y te ha quedado genial.
No puedo evitar reírme al «el silencio de los cochinillos».
A pesar de la tristeza de Pablos, este episodio es para partirte… de risa.
Un abrazo
Me alegro de que te haya gustado. Me gusta a veces divagar, mezclar, parodiar, inventar… Dejando todo reconocible queda interesante. Quien no haya visto ambas películas se pierde buena parte del juego, claro. 😀
Saludos.
Uy… esto me ha recordado un episodio de mi infancia… ufff…. que momentos, aún están metidos en mi cabeza, desde entonces… nunca he vuelto a comer carne! (me entran escalofríos sólo de pensarlo!)
besines
Dejar de comer carne por algo así me parece un poco excesivo, pero comprensible. A todos nos ha pasado eso de encariñarnos con un animalito «comestible». Ahora tengo un conejito blanco, parece un peluche vivo, y nunca se me ocurriría comérmelo.
Saludines.
Uhm Temí que apreciera por aquí Hanibal Lecter…..jaja Me gustó. Un beso
En cierto modo ha salido. ¿No viste cómo se llamaba el granjero? ¿Y qué le decían sus amigos?
Saludos.
Yo también viví de chiquita una experiencia similar, esta vez con un chotillo. Nos lo regaló mi papi cuando todavía tenía la tripita, de recién nacido para criarlo en casa (teníamos un corral grandísimo con granja y todo) y claro, le vas cogiendo cariño…y aunque intentes mentalizarte en que ..acabaría asado en la lumbre, pues no quieres pensarlo, ni lo asimilas. El día que lo sacrificaron, nos fuimos de casa (mi madre incluida 🙂 ) para no verlo. Yo no comí ni una sola tajada 😥
Qué triste historia la de este cochinillo, pero a la vez tiene su puntito de humor jaja…qué curioso que en su fuga (ya me imagino a Pablos con el cerdito a cuestas atravesando los campos) coincidiera con aquella niña (ya me la imagino con el corderito a cuestas) …mmm….t¿ambién se había fugado? ¿también huyó de la matanza de San Martín? quien sabe….lo mismo aquella coincidencia….sería el destino de ambos…uischhhh….mejor no te do y ideas 🙂
Bueno osito, pues a ver si consigue silenciar sus noches de esos chillidos tan desagradables…
Besitos doradosos para toda la semana!! muakkkkkkkkkk!
Para entender quién es esa niña, y buena parte del significado del capítulo, tienes que haber visto «El silencio de los corderos», una de mis películas favoritas. Entiendo que alguna escena te impacte si eres impresionable, pero me parece una obra maestra por guión, interpretación, banda sonora, fotografía, y por algunas otras cosas.
Casi todo lo que escribo o hago tiene su puntito de humor. No lo puedo evitar. Siento lo de tu chotillo.
A veces digo, en broma, al ver un corderito, «¡Y que haya gente que quiera tener estos animales como mascota, con lo buenos que están…!» 😛
Saludosos.
Yo digo lo que Mercedes.Genial!
La matanza de Texas ( con todo lo trágico que es) te provoca una sonrisa.
Clarice y su cordero…Una de mis pelis favoritas…
Y lo de San Martín… ; – )
Un Mito lleno de detallitos Alan Rulf Style.
Abrazos poder – osos.
A ti no se te escapa ni un detallito, como de costumbre. : – )
Así que compartimos peli favorita…
Me llamó la atención que entraras en este universo, aunque fuera por pocas horas… Te aseguro que me encuentro a menudo gente digna de salir aquí. A veces, cuando veo el modo, los incorporo. Conocí hace poco un «artista» que aún no sé en qué mito encajar, pero tengo claro que merece un puesto en alguno de estos capítulos. Ya lo conoceréis.
Saludos graci-osos.
Entonces, Alan, yo soy una de las matanzas de Texas; nunca he tenido un cochinillo de mascota..
Una vez comi cochinillo, y eche la cruz, ya no mas. Cuando vi, como asaban esa cosa tan pequeña y tan tierna, implore al cielo.:'(
Me ha gustado tu escrito, con humor.:)
Feliz semana
Saludos
Os comprendo, pero a mí me encanta el cochinillo. No lo puedo evitar. Como dicen por aquí, «del cerdo me gustan hasta sus andares» 😛
El humor espero que no falte.
Saludos.
Muy buena la comparación de Clarice con Pablos. Mira que nombrar con los nombres de los estados de USA a los cerdos, si le cojo a Aníbal (el nombre le va que ni pintado), le doy un zurriagazo. Ya sabes que llevo sangre americana en las venas y que Los Estados Unidos me tiran mucho.
Se me ocurrió a la vez que el capítulo anterior, como parte del personaje, al ver que era de Segovia. Los detalles surgieron al encajar las piezas.
Saludos.
A mí también me horrorizan las matanzas. Por suerte, creo que en los mataderos no sufren tanto. Pero, somos carnívoros. Qué le vamos a hacer. Un beso.
Todo eso ha cambiado mucho. Tengo entendido que ya no se hace así, pero forma parte de la tradición de nuestros pueblos y de nuestra gastronomía.
Y sí, somos carnívoros. 😀
Saludos.
Anda mira un cochinito como la mascota de George Clooney!!!!…..pero vaya final osito….oye tu no seras la mascota de alguien?? y por eso tienes tantas vivenciass?? ayyyyyy!!!!! jajjjjajaj…..yo no puedo ver ni imaginarlo…y eso que tambien me encanta el toston asadito pero cuando los veo tan chiquitines…me da una cosita..que…a veces hasta cambio de apetencia….
Yo tengo tambien una experiencia traumática parecida y es con los conejitos….cuando era muy peque…estabamos en el pueblo y un señor llevaba un conejo cogido de las patas de atrás…yo le hacia cositas en el hocico…bueno pues el muy bestia…sin mas ni mas…le dió el golpe de gracia en la nuca …y el pobre animal…imaginate….desde entonces confieso que…no he probado ningún guiso que tenga conejo…no puedooooo…
Bueno pero ahora me preparo con tu permiso un bocata de chorizo de catimpalo que esta…mmmmm de rechupeteeeee…¿¿gustas osi?? jejejjejj …….muakkkk y luego te voy a cantar….siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
jajajjjajj lo siento es que cuando desde que era peque me la se de memorietaaaaaaaaa…hoy contigo hice una regresión a mi infancia…ainsssssssssssss…otro..muakkkkkkkkkkkk
🙂 Pues canta si te apetece. Es curioso cuántas tenéis recuerdos parecidos, sea con el animal que sea…
Lo de George Clooney es en la historia de los jueves, que piden que Francisco se parezca a él… En el ‘blog’ lo podemos hacer, porque no nos cuesta nada. Luego, si llevan la historia al cine, que le contraten como protagonista, y asunto arreglado. 😛
Saludos, alitas.
¡Muy bueno, Alan! Jejeje, has estado ingenioso, me han gustado mucho los juegos de palabras 😀
He visto las películas que mencionas, pero esta ha sido una forma muy divertida de recordarlas!!!
Feliz inicio de semana 😉
Te aseguro que yo me lo he pasado en grande inventando la trama general y los detalles. ¿Te cuento un secreto? Puse «El silencio de los corderos», para tener reciente ese diálogo, y… me dormí. Tuve que parodiarlo de memoria. 😛
Saludos.
Les estoy dejando una nana a mis amigas para que puedan dormir y transmitirles mis cariños… Es algo que solo suelo hacer con mis amigAs, pero esta… esta tiene un no sé qué, que también tengo que dejartela a ti 😉
A dormir, a dormir, que os robo la miel…
Muy hermOSO.
Mañana mismo pruebo esto en el primer banco que encuentre. 😀 Si funciona, te lo cuento. Si no funciona, tal vez pase una temporada sin aparecer por aquí…
¿Alguien sabe si en la cárcel tienen WIFI? 😛
Me remontó a mi infancia, tengo un relato sobre lo que viví con un pollito, que no sobrevivió y que sin saberlo me lo comí, fue muy doloroso, pero así es la vida!!
Tuvo que ser desagradable, pero me alegro de haberte devuelto a tu infancia. Eso siempre resulta tierno, y mágico.
Saludos.
En esos momentos fue bien desagradable, pero ya sané y por eso lo puedo decir sin dolor. Definitivamente recordar es vivir y más si se trata de la infancia.
¡Ah! No supe por momentos si reír o llorar. Muy buena, la incorporación de las dos historias con la del buscón, excelente.
Saluditos.
Si puedo elegir, prefiero que rías. 😀
Me dio por mezclar, así, en ayunas… 😛
Saludos.
Pues a mí me pareció curioso el uso de detalles cinematográficos en el relato, pero me dio mucha pena ese niño y sus pesadillas. Pobrecito. Buen relato!!
Ya has visto en los comentarios que muchos han vivido experiencias parecidas…
Saludos.
Nunca he asistido a una matanza y espero no hacerlo, porque posiblemente dejaría de comer los riquísimos salchichones, chorizos, lomos y jamones por los remordimientos.
Deseo de verdad que consiga el silencio de los cochinillos y así tal vez pueda degustarlos.
Alan me ha encantado.
Buenas noches.
Me alegro, Una.
Las matanzas ya no son lo que eran, no sé si por suerte o por desgracia.
Por desgracia, los salchichones, lomos, chorizos y jamones, tampoco son lo que eran. Ni los huevos, ni los pollos, ni los tomates, ni… nada. Eso sí, todo con registro sanitario. Parece como si le quitaran la mitad del sabor al ponerle ese registro… 😛
Buenas noches.
Me ha hecho mucha gracia lo de El silencio de los cochinillos 😉
😉
Hola Alan paso a darte las buenas noches, mañana te leo si?
Saludos de gaviota!
Pues buenas noches. 🙂
Que tristeza con Texas…me ha encantado como sigue el cuento, tiene humor y lo hace interesante, abrazos.
Es ley de vida. Me alegro de que te parezca interesante.
Saludos.