29.- El payaso feliz.

No podíamos decir que la noche hubiera empezado muy alegre. El inesperado encuentro de Casimiro con su ex-mujer lo había dejado bastante abatido. Me pareció que no nos divertiríamos mucho, aunque tampoco me importaba. Pienso que ayudar a alguien que lo necesita está por encima de pasar un rato divertido. Sin embargo, tampoco tenía muy claro cómo hacerlo. Por suerte no fue necesario, pues nuestro próximo compañero era experto precisamente en eso.
— Parece que Donato ha llegado antes que nosotros.
— ¿Donato?
— Ya verás, es la persona más divertida que conozco. Es capaz de hacer que se rían las piedras.

Nunca he visto a nadie vestido con más colorines que los que llevaba Donato. Cuando digo vestido, quiero decir vestido: Los disfraces no cuentan. Sus ojos eran enormes, y gesticulaba más que hablaba.
— ¡Chiquillo! ¿Y esa cara? ¡Si parece que vienes de un funeral…!
— Pues casi… Acaba de encontrarse con su ex, y ya sabes cómo se pone cuando pasa eso…
— ¿Con esa arpía? Mira, yo estoy convencido de que lo vuestro era un problema de comunicación. Y de eso yo entiendo un rato. Por ejemplo, ¿sabes qué le dice un español a un chino?
— Pues no.
— Le dice «Hola». Y el chino contesta «Las tles y cualto».
— ¡Puffff!
— ¡Vale, vale! ¿Y una iguana a otra?
— ¿Qué?
— «Somos iguanitas.»
— ¡Pufff!
— ¿Sabéis por qué mataron a Kung Fu?
— Je je, ni idea…
— Porque lo kunfundieron.
— Ja, ja… Pero bueno, ¿cuántos chistes te sabes?
— Todos, y alguno que me invento. Escucha éste: Están unos condenados a galeras, y después de tres meses navegando les dicen: Tengo dos noticias, una buena y una mala. ¿Cuál queréis primero? (Responden) «¡La buena!, ¡la buena!» Como queráis, la buena es que por fin, por primera vez en este viaje, mañana podréis cambiaros de calzoncillos. (Aclaman) «¡Bien! ¡Bien! ¿Y la mala?» Pues que tú te los cambiarás con ese, tú con aquel…
— Ja, ja, ja… ¡Pobrecillos!
— Espera, que no acaba ahí… Al día siguiente, les vuelven a preguntar, tengo dos noticias, una buena y una mala. ¿Cuál queréis primero? (En vista de cómo les fue la otra vez, responden) «¡La mala!, ¡la mala!» La noticia mala es que los víveres escasean, y mañana, para comer, tendremos mierda. (Se lamentan) «¡Ohhh! ¡qué mala suerte!, ¿y cuál es la buena?» El que quiera puede repetir.
— Ja, ja, ja… ¡Me parto!
— Y al día siguiente se repite la historia, dos noticias, una buena y otra mala. La buena es que va a venir a esta galera Julio César. (Contentos, aclaman) «¡Bien!, ¡bien! ¿Y la mala?» ¡Que viene a hacer esquí acuático!

A esas alturas, Casimiro se reía como los demás, hasta el punto de llorarle los ojos. Aproveché para acercarme a Donato y preguntarle si sólo hacía humor clásico.
— ¡Qué va! Por ejemplo, estoy a punto de estrenar un sitio en Internet, llamado «La Whiskypedia», donde cuento la realidad como si la viera doble. Me resulta muy divertido.
— La verdad es que eres una persona muy especial. En tú casa estarán encantados contigo.

Su semblante se puso serio.
— Sí, bueno… La verdad es que vivo solo.
— Vaya, lo siento. No quería…
— No, no te preocupes. Todos dicen que soy un tío genial. Todos se divierten mucho conmigo. Y las mujeres también, eso se nota. Pero luego, a la hora de la verdad… En fin, estos amigos son lo más parecido que tengo a una familia. No puedo entender cómo auténticos imbéciles, malas personas, delincuentes y maltratadores, tienen amigos y amores. No entiendo que a mí me cueste tanto.
— No sé qué decirte…

Forzó una sonrisa, que no tardó en ser natural, y añadió:
— ¿No sabes qué decirme? Dime por qué los gorilas tienen los agujeros de la nariz tan grandes.
— No tengo ni idea…
— ¡Porque tienen los dedos muy gordos!

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