Miércoles, 11 de mayo de 2.011.

La opinión de Nicole ha sido concluyente: Aquellos restos eran de algún animal, muy probablemente una oveja, aunque también podría haberse tratado de una cabra. Un veterinario lo diría con seguridad. Y un carnicero también. Según ella, es algo muy normal, pues era frecuente que los pastores comieran en el campo, y dejaban los huesos en el lugar donde habían comido. Sucumbo ante su lógica arrolladora. Sin embargo, no he podido evitar contarle todo lo que me está ocurriendo, y su rostro ha mostrado preocupación. Me ha dicho que debería ir a ver a un especialista. Ha añadido que era para descartar posibles problemas. “Reconoce que no es normal que veas esas cosas, o que las oigas”.

Le he prometido que lo pensaría, aunque lo cierto es que me aterra. Pero ahora que al escribirlo me obligo a enfrentarme a ello, entiendo que es la mejor opción, y no debería posponerlo más. Me gustaría descartar previamente la explicación sobrenatural, pero tal vez sea engañarme a mí mismo durante más tiempo.

Hay buenas noticias respecto a mi madre. Parece que tras un tiempo ingresada, para estar seguros de que toma la medicación y controlar el efecto que le produce, podrá volver a casa, siempre que me encargue personalmente de asegurarme de que está correctamente medicada. Para ello, se le administrará una dosis inyectable cada dos semanas, sin los efectos secundarios que le producía el anterior inyectable, que tras varios años poniéndoselo comenzó a provocarle Parkinson. Por eso lo dejó y volvió a las pastillas, pastillas que apenas tomó. Espero que empiece a hacerle efecto pronto, porque ahora piensa que todos conspiramos contra ella, y eso lo hace todo aún más difícil.

Anoche pregunté a mis hijos sobre la procedencia de la pelota de colores. Respondieron que la habían encontrado un día en el jardín. Es extraño, aunque no tanto. Cualquiera de sus amigos pudo dejarla olvidada, o alguien de fuera pudo encontrarla en la calle y lanzarla sobre el seto pensando que había salido de aquí…

Imagino que la vi y quedó en mi subconsciente, y de esa forma entró en mi sueño. Eso no tiene nada de sobrenatural. Creo que me estoy obsesionando. Sí, estoy convencido de ello.

Antes, hace un rato, he oído un ruido en mi habitación. Entré, y había en la pared huellas de manos, como si algún niño con las manos manchadas se hubiera apoyado allí. Me pareció la grasa que se ponía en las cadenas de las bicicletas, completamente negra, aunque también podría ser petróleo o pintura, o algo parecido. He comprobado las manos de mi hija mediana —a los otros los descarté, su tamaño difería notoriamente—, pero estaban razonablemente limpias.

De regreso a mi habitación, la pared estaba impoluta; no había ni rastro de las huellas. Luego he oído un llanto, como sollozos. De un niño, por supuesto. Venía de un lugar indefinido, como si estuviera en toda la casa… o en mi cabeza.

No lo soporto más. Si no estoy loco, no tardaré en estarlo. Mañana pediré cita para ir al médico. Tendría que haber ido mucho antes.

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