Cuando me trajeron el postre se materializó un sentimiento de culpabilidad y de remordimientos que me produjo un profundo malestar. Volví a mirar a ese señor que inocentemente había querido entablar conversación. Sabía que mi respuesta no había sido la adecuada, y decidí disculparme.
Lo miré con más atención que antes. Me había parecido bastante mayor, aunque apostaría algo a que no lo era tanto. Pero lo disimulaba muy bien.
— Disculpe, antes no… no estuve a la altura. Perdone mi contestación, no sé qué me pasó. De verdad, no… no sé qué decir. Lo siento.
Me miró extrañado, y una mueca de sonrisa asomó en su boca sin dejar de comer. Pero no habló.
— Me gustaría… déjeme invitarle.
— No se preocupe por eso.
— Al menos un café…
Me costó, pero al final conseguí que fuera un poco más comunicativo.
— Estoy acostumbrado a que me traten mal. Pero no siempre ha sido así. Antes tenía éxito, grandes ideas, y ganaba mucho dinero.
— ¿Qué ocurrió?
— Todo se vino abajo. Una serie de decisiones equivocadas, unidas a una racha de mala suerte, en un sistema bancario inflexible. Las discusiones causadas por los problemas económicos acabaron con mi matrimonio. Perdido el dinero y el amor, viviendo en la calle, perdí también la dignidad, y la salud. En esa situación extrema, tuve que agarrarme a un clavo ardiendo, y acepté trabajar a las órdenes del amante de mi mujer. Perdí también el orgullo.
— No sabe cuánto lo siento…
— Lo he ido perdiendo todo, y cada parte de mí que se iba hacía disminuir mi yo, era más pequeño, y me sentía menos persona, hasta llegar a ser prácticamente nada.
— ¿Y cómo está ahora?
— En este restaurante conocen mi historia, y tengo un acuerdo con ellos para comer aquí. Es lo único que me puedo permitir. No sufro, porque nada soy. Su respuesta no me molestó, aunque le cueste creerlo. Y es curiosa la naturaleza humana: Incluso derrotado, hundido, aniquilado y despreciado, he sido capaz de encontrar un sentido a mi vida.
— ¿Recuperarse?
— Para eso necesitaría fe, o esperanza, y ninguna de ellas me queda. No, yo vivo para otra cosa. Ansío que mis ojos vean cómo esta sociedad injusta y pervertida se acaba.
— ¿Cómo?
Entrecerró los ojos, y una sonrisa asomó a sus labios.
— ¿Se ha enterado usted de que se acerca el fin del mundo?
Siempre habrá esperanza, nacerá en cualquier esquina, detrás de una sonrisa inesperada, de un «perdone usted».
El hombre, puede ser como la luna, que una vez que mengua del todo, solo puede crecer.. todo son ciclos.
Precioso post, Alan.
:9
En eso estoy de acuerdo, hay veces que sólo se puede crecer.
Me alegro de que te haya gustado, y de volver a verte por aquí 🙂
:9
Espero que no se cumpla su profecía,en tal caso ,y fuera como fuera,la esperanza es lo último que se pierde.
Besos de lunes festivo 🙂
Sí, es lo último que se pierde. Este hombre ya la perdió.
No creo que se cumpla, aunque lo que yo «crea» tampoco «creo» que sirva de mucho…
Saludos de lunes no festivo. 😦
Pero ¡yo quiero seguir viviendo! Que ma lo paso genial……un besito Alan
¡Yo también quiero que sigas viviendo! Y publicando, que nos lo haces pasar genial.
Besito recibido. 🙂
Fuertes y tristes palabras las de este hombre…es evidente que …tanto ha pasado en la vida, tanto ha sufrido, ha vivido y ha perdido…que está curado de espantos. Ya nada le molesta, ni le sorprende….Pero aún así, siempre hay que mantener un hilito de esperanza, eso nunca debe perderse, todo es posible en esta vida…menos la muerte. Es difícil…pero no imposible…
Te dejo un porrón de besitos dorados Osito…guárdalos bien eh?
Muak!!
Es muy fácil hablar de mantener la esperanza, pero hay situaciones que se ven sin salida. Las hay, de muchos tipos. ¿Qué hacer entonces? Tal vez sólo quede menguar…
Cuando he leído lo de guardar los besos ya me había aplicado más de la mitad. Guardaré los que quedan…
La vida le ha ha ido menguando paulatinamente, pero sigue tan pertinaz, ¡qué obsesivo! En el fondo es un poco perverso.
Muy bueno el relato y muy original.
Un abrazo
P.D. Por cierto Alan, ¿te has enterado de qué se acerca el fin del mundo?
Más que pertinaz, creo que el único placer que le queda es contemplar cómo todo se viene abajo, cómo los culpables de su situación (incluido él mismo) lo pagan. Ya no aspira a volver a ser algo, sólo a que nadie lo sea.
Acaso es su mundo el que se va a terminar.
Saludos.
Si se cumple lo que dice que sea para que comience una nueva era sin tanta maldad, aunque mucho me temo que todo sería un volver a empezar y cometeríamos los mismos errores, y las mismas hazañas-.
Chao
Ana
Después de un final no tiene por qué volver a empezar nada. No hace falta que sea un punto y seguido. Un verdadero final es un punto y final.
Perdona que sea tan drástico. No me encuentro muy bien.
Saludos.
¡Pobre hombre! Cuando la vida le golpea a uno con saña y pierde la esperanza, suele en muchos casos decantarse por la destrucción y a veces por la autodestrucción.
Sí. Hace falta mucha entereza para sobreponerse a esos instintos.
Saludos.
Vaya, que hombre!! no se que pensar, me vinieron dos ideas simultaneamente:
– El hombre espera que esta sociedad acabe para que renazca una nueva…
ó
-Espera que simplemente se destruya esta sociedad y punto… en este caso me da tristeza por él…
Un abrazo!!
A mí me da tristeza por él, en cualquiera de las dos ideas. Pero él somos un poco todos, al menos hoy lo siento así.
Saludos.
Claro, algunos días somos así… la primera opción no la comente, por eso mismo… Lo bueno, es que otros días somos amor, y aliento…
Saludos 😉
Me alegro que recuperaras tu talante habitual y le hicieras caso al pobre hombre menguante. Pobre… Tan reducido que se considera nada y , a la vez, al ser «nada»,no sufre pero es curioso que siendo «nada» tenga un objetivo en la vida ( más que muchos de los que tienen «algo») así que aunque él crea que «nada es» , la conclusión es que por mucho que mengües , algo queda…
El cerrar el círculo del «Fin del Mundo», ha sido un buen remate del relato.
Un abrazo o abrazos ( que no sé cómo están, por cierto).
Creo que le queda muy poco, y desea que pronto no le quede nada.
La última frase, aunque es exactamente igual que la del capítulo anterior, es completamente distinta. ¿No crees? Allí era sólo un tema de conversación. Aquí es la conclusión de un drama personal. Es que el mundo gira. Y da muchas vueltas…
No entiendo eso de que no sabes cómo están los abrazos. Sea lo que sea, me vienen bien unos abrazos, así que digo «sí» a todo.
abarzos ( que es lo que he escrito yo) como errata…pero te envío de los otros, también, venga.
¿Puede ser que al unir mi comentario partido , El Erraticida te haya poseído y …hayas borrado la errata?
Interesante situación metaliteraria que no sé si es provocada, inconsciente o qué…
¿Eres él? ; – ).
Un bose.
Corregí la errata sin entender su intención. Si ahora la repusiera, tu siguiente mensaje perdería su sentido. ¿Por qué tiene que ser todo tan complicado?
Ya no sé si soy él, o él es yo, o qué está pasando aquí.
Salidos.
Si Osito que el «Erraticida te ha poseído» jajajajaja….
“Estoy acostumbrado a que me traten mal”… pobre hombre, me da mucha pena.
Creo que bastaría con que una sola persona se le acercase un ratito cada día y le dedicase un unos minutos de su vida, charlando de cosas anodinas o compartiendo unas risas, para que recobrase la fe en las personas y las ganas de vivir.
Me ha llegado. Cualquiera puede encontrarse en la situación de perderlo todo.
¡Feliz semana, Alan! 🙂
Se me ocurrió en un mal día, y aunque ha habido buenos días después, encajaba demasiado bien con la historia del ‘blog’ como para dejarlo pasar.
Hoy, día de su publicación, también ha sido un mal día. Ya pasará…
Feliz semana para ti también.
Espero que pase pronto… si estuviese mi Sis, te daría sus abrazos y sus muases, ¡siempre nos reconforta!, así que si lo permites, te dejo mi abrazo de amiga
Lo primero que pensé: ¿Alan es siquiatra? Lo digo porque los rasgos del personaje, aunque poco matizados, pueden dar a entender que sufre de esquizofrenia. La última frase es de libro.
Contéstame que sí, hombre. Dime que la intención era describier un personaje que vive dos realidades que se imagina.
Lo siento, no soy siquiatra, aunque sí tenía en parte la intención (como casi siempre) de «personalizar» la realidad.
La última frase es… del capítulo anterior 🙂
Saludos.
Mmmmm me ha hecho pensar el comentario de Aristide…
La sensación que yo tuve al leer al señor es que, aunque lo niegue, en realidad sí tiene una esperanza: la de que se acaba el mundo y él se va a aliviar de sus sufrimientos, y se aferra a eso viviendo una realidad paralela para evadir… pero bueno, es interesante como cada uno va percibiendo una cosa distinta
Todos filtramos nuestras lecturas. Me pregunto ahora si Arístides es siquiatra. 😀
Más que una esperanza, creo que es un deseo, el deseo de justicia, el de una venganza que llegue por su mano.
Lo que tú dices es lo más interesante.
Saludos.
Creo que cuando se viven experiencias como las de este hombre la realidad se desdibuja y se torna sombría…..que el fin del mundo se acerca…imagino que mas cerca estará pero lo que creo que debería estar a punto de finalizar es esta sociedad hipócrita y materialista…que solo admite lo que esta ya establecido y proclama a gritos poseer una libertad basada en normas y en unos principios que se tambalean…
Bueno osito no sigo que sino voy a soltar aqui un discurso que duerme a las piedras…asi que me voy volandito no sin antes dejarte un reguero de besitos…con que?? ejejjejj muakkkkkkk
Amén con alitas 🙂
Con esa frase el pobre hombre lo dijo todo: — ¿Se ha enterado usted de que se acerca el fin del mundo?,, para pensar, meditar, perdonar,
Yo no suelo sentirme así, pero reconozco que hay días en que uno preferiría que se acabara todo de una vez por todas… tristemente.
Saludos.
Pobre hombre…vivir sin fe ni esperanzas en vivir muerto en vida..espero que el fin del mundo no lleguen pronto.
FELIZ SEMANA, UN ABRAZO
Yo también espero que no llegue pronto el fin del mundo, pero sí espero que llegue, y muy pronto, el fin de algunas cosas que sobran en el mundo.
Saludos.
En el fondo de su alma sigue sintiendo esperanza, la ilusión de que el mundo tan ingrato con él se acabe, esa es su secreta ilusión.
Me ha gustado mucho el relato.
Saludos.
Creo que menos no puede tener. Me alegro de que te haya gustado.
Saludos.
Buenos dias. ¡Pobre! La esperanaza es ultimo que se pierde, y el perdio todo, hasta la fe y solo ve «sombras».
Alan, pues si, me equivoque por dos veces en blog, y repeti por dos veces la misma letra, uffff, las prisas, amigo, las prisas.
Pasa una buena semana.
Saludos
No pasa nada, todos nos equivocamos. Me hizo gracia, porque es como si tú necesitaras hablar mucho por teléfono y te hubiera traicionado el subconsciente, pero nada más…
Saludos.
Qué triste es vivir para esperar a que todo termine. Espero que no me ocurra nunca.
Saludos.
Y yo, amiga, y yo. Pero hay días (pocos, por fortuna), en que uno llega a sentirse parecido a nuestro pobre hombre.
Saludos.
Romper los esquemas siempre es positivo. A este hombre la vida le ha puesto en una situación extrema, quizá él era demasiado rígido para comprender que del orgullo no se come, que el éxito creado sin bases sólidas, es humo, que es necesario flexibilizarse cuando la situación es adversa.
Me recuerda al hombre de estrellas fugaces…
Lo material no compra lo emocional y si un día los bienes se deben sacrificar, ¿no es mejor perderlos y mantener cerca a las personas que amamos? Los tiempos para reconstruirse volverán pero no nos sentiremos frustrados y solos sino enérgicos y con nuevas ideas para emprender.
Saludos,
Desde luego, es indiscutible que tragarse el orgullo hace menguar. Sí tiene mucho en común con nuestra estrella fugaz, aunque no lo había pensado.
Lo difícil es saber darse cuenta del momento apropiado para deshacerse de lo material sin arriesgar lo emocional.
Saludos.
No entiendo muy bien qué puede ganar él si se acaba el mundo (aparte de acabar con su vida y sus pesares). Entiendo su estado de ánimo después de todo lo que ha pasado, pero su deseo tiene forma de venganza, culpa al mundo de todo lo que le pasó, aunque en el fondo no me extraña, tal y como lo tenemos montado.
Su historia es fuerte y no me extraña ese final, aunque no hay que perder la esperanza, nunca.
Espero que hoy hayas tenido un mejor día. Y mañana mejor aún, y pasado otro poquito mejor…Te toca la fase creciente (me gusta mucho el símil que puso Inspiración)
Un abrazo.
Supongo que ha renunciado a recuperar su vida, pero disfrutará sabiendo que los culpables tampoco disfrutan.
¡Digo yo!
Es curioso que, justo cuando no hay luna, se llame luna nueva. Son días duros, cuando no por una cosa, por otra. Decisiones difíciles, de esas que no te convencen hagas lo que hagas. Sí, tocará fase creciente, pero el recuerdo de lo que se perdió en la mengua es pertinaz. Y no hablo sólo de cosas materiales.
Saludos.
A veces tener el estomago vacío nos pone de mal humor y no sabemos lo que decimos, pero ya cuando viene el postre ¡ah! es otra cosa.
Me encanto el final… como en una venganza sonrio y te pregunto -¿Se ha enterado usted que se acerca el fin del mundo?- ¡Toma! que ahora si tendras que escuchar su historia 🙂
Saludos
Sí, más que final parece un comienzo. De echo, así empezó, ¿no?
🙂
Perderlo todo y encontrar un sentido a la vida es admirable, aunque sea ése. Supongo que la cuestión no es ganar, sino hacer perder al otro, o verle perder en este caso.
Saludos, Lia.
Verle perder, sí. Él no se mancha las manos, sólo lo desea.
Saludos, Lia.
Al leer el título he pensado, inevitablemente, en el asesinato con clavo de una tarántula por un hombre más bajo que ella. Pero una vez más me ha sorprendido tu ingenio.
Saludos.
Ya sabes que siempre estoy buscando la sorpresa. Me aburriría si no lo hiciera. Y a vosotros. 🙂
Saludos.
Alan, yo sé muy bien que tú eres capaz de sacar cualquier cosa de tu chistera. Y de allí saldrá alegría de nuevo, todo el optimismo que tú rebosas, toda tu imaginación que acaricia, toda esa forma de volver del mundo del revés para que resulte un juego en el que cada movimiento es una nueva seducción. Los conejos viven en tu chistera. Gracias.
Hola, Silvia. Aciertas en varias cosas. Me encanta la magia, todo en el mundo es magia. Y he trasladado al pobre menguante sentimientos propios, exagerados. Supongo que lo he dejado más patente en algunos comentarios.
Digamos que las malas rachas no pasan sin más: Hay que pasarlas.
Saludos.
Hola Alan, estoy yo esperando el post, del jueves y resulta que no habia visto el del lunes ¡¡dios!! cada día estoy peor amigo mio disculpa, pero verás el lunes fue festivo aquí y hasta el martes no estuve por aquí y ayer con el lio que no podia entrar en mi Word, pues ni emteré la verdad, aunque te comente en la otra entrada
Disculpa porque antes tuve que salir corriendo, oye este señor me cae muy bien, creo que al final tendrá razón…tal y como están las cosas ya veremos que pasa.
Feliz tarde guapetón
Alan… tal y como están las cosas pienso que hay muchos menguantes tocando fondo, pero soy optimista y seguro que resurge de las cenizas. Deberia escribir un libro en vez de sentarse a ver pasar la vida.
Y si se acaba el mundo? pues vale que le vamos hacer…
Un saludo
Has hecho una pregunta interesante: ¿Y si se acaba el mundo?
El lunes contestaré…
El mundo gira y gira y entre esas vueltas nos pone de patitas hacia arriba y no sabemos como darnos vuelta. Ese hombre del relato tiene algo de razón en que el mundo pronto ya no será el mundo que conocemos, mientras suceda esto debería tener un poquito más de fe y creer en si mismo, siempre hay salidas, es encontrar una chispita de luz en el camino y agarrarse a ella. Me he perdido varios post estos días, ahora me estoy poniendo al día, abrazos.
La mayoría de las veces es muy fácil decir que siempre hay una salida, pero cuando las cosas se ponen realmente mal, entonces es más difícil verla. Hace falta fe en algo (en la religión, en el futuro, en uno mismo…)
Lo bueno de Internet es que, aunque llegues un poco tarde, aquí lo tienes todo (bien ordenadito, como de costumbre).
Saludos.
Resulta increíble que tan insignificante individuo, machacado por la vida, finalice su discurso con semejante entereza y determinación. Sorprendente doble vida.
Saludos. Raf