7.- El gafe.

Abandoné con cierta vergüenza el lugar donde había estado recluido. Llevaba ropas prestadas y la mejilla aún dolorida. La puerta se cerró tras de mí, y comencé a descender los pocos escalones que me separaban de la acera, cuando noté que esa misma puerta volvía a abrirse. Me giré para ver quién era, con la vana esperanza de que fuera ella con la intención de disculparse, pero era su compañero.

... que no me iba a dar tiempo de esquivar.

Volví a centrar la mirada en la acera, con el tiempo justo de ver el excremento canino que no me iba a dar tiempo de esquivar. Lo pisé con un asco infinito. Froté la suela del zapato contra el bordillo de la acera, tratando de limpiarme, mientras se alejaba el científico con su caja de cartón a cuestas. No me dijo su nombre, así que me referiré a él de esa forma. Ella aún no había salido, y quería marcharme pronto para evitar un nuevo encuentro.

Tomé la misma dirección que el científico, pues me habían dicho que había por allí una tienda donde podría comprar algo de ropa a buen precio, y podría devolver lo que me habían prestado. Cuando localicé el local comprobé que tendría que cambiar de idea: estaba cerrado por defunción.

Por suerte, o eso pensé entonces, en la puerta del local estaba aparcado el coche del científico, quien había cerrado el maletero tras guardar la caja en su interior.

– ¿Te puedo ayudar?
– Quería comprar algo de ropa, pero está cerrado…
– ¿Te acerco a algún sitio?
– Lo que necesito es una grúa para recoger mi vehículo. Aún no he podido hacerlo tras el accidente.
– Mi cuñado tiene un taller con grúa y, yendo de mi parte, seguro que te dan un trato especial.

... mientras alguien de un carril vecino no hizo lo mismo.Me pareció bien, montamos, y condujo de una forma bastante prudente. Se detuvo en un semáforo mientras alguien de un carril vecino no hizo lo mismo, con ruido de cristales rotos y abolladuras de diversa consideración, sin daños personales.

– La gente es muy distraída. Raro es el día que no veo uno o dos incidentes por el estilo. Por suerte, a mí nunca me ha pasado.

Llegamos al taller, y salió su cuñado a recibirnos fuera del local. Me pareció algo nervioso. El científico nos presentó, y le tendí la mano. El mecánico se mostró azorado, y me mostró sus manos manchadas para justificar no corresponder a mi saludo.

– Mi amigo tuvo un accidente y… ya te contaré el resto más adelante. La historia es larga y difícil de creer. Necesita que le ayudéis con su coche.
– Te agradezco que lo hayas traído, pero ahora tengo que hacer una llamada. Ya hablaremos. Mientras, si quiere acompañarme…
– De acuerdo, me marcho, entonces.

Me introdujo en el taller y, para mi sorpresa, no usó el teléfono.

– ¿Usted también es como él?
– No le entiendo.
– ¿Son amigos, no?
– En realidad nos conocimos ayer, pero, por favor, prefiero que me tutee.
– De acuerdo, ¿y no te ha pasado nada… raro desde entonces?

Me quedé mirándolo sin saber a qué se refería.

– Verás, sé que es difícil de creer, pero mi cuñado es gafe.
– ¿Qué?
– Sí, es gafe. Atrae la mala suerte. No para él, sino para aquellos que están cerca.
– Me parece mentira que puedas pensar eso en pleno siglo XXI. No son más que supersticiones sin base científica. Los gafes no existen. Será, como mucho, una concentración de casualidades.
– Eso pensaba yo antes de conocerlo, pero después de lo que he visto… Te pondré un ejemplo: yo era forofo de Carlos Sáinz, el campeón de ‘rallies‘, y me gustaba ir a ver sus carreras. A veces, mi cuñado me acompañaba. ¿Recuerdas el famoso «Trata de arrancarlo, por tu madre«? Nosotros estábamos al lado del coche, y esa avería le costó el campeonato del mundo. Y no fue la única vez.

Entonces recordé la bofetada, la deposición perruna, la tienda cerrada, el choque en el semáforo, y también su comentario al respecto, y empecé a dudar. Comprendí que el mecánico no le había querido dar la mano, y que había hecho todo lo posible para que no entrara en el taller, lo que evidenciaba que realmente creía que su cuñado era gafe.

Sonreí al descubrir que tenía dos herraduras en el salpicadero.– Bueno, si no te ha ocurrido nada, mejor. Vamos a por tu coche. Sube por aquella puerta, si no te importa.

Sonreí al descubrir que tenía dos herraduras en el salpicadero.

– Y, suponiendo que lo que dices sea cierto, ¿él no tiene mala suerte?
– Él no, ni buena ni mala. Bueno, a veces sale beneficiado de la mala suerte de los demás, pero aparte de eso…
– ¿Beneficiado?
– Sí. Por ejemplo, si participara en una carrera, seguro que a todos los demás les pasaría algo que les haría perder. Seguro que ganaba él.
– Lo siento, pero no puedo creerlo.
– Eso es porque no lo conoces lo suficiente. ¿Dónde tienes el coche?
– En la carretera de La Coruña, en dirección a Madrid, a unos veinte kilómetros.
– Vamos para allá.

Giró la llave de contacto, sonó un chasquido metálico, y comenzó a llenarse todo de un denso humo negro.

– ¡Maldita sea! ¿Y ahora qué pasa?

Se bajó y abrió el capó. Tras trastear unos minutos se acercó y me dijo:

– Lo siento, tardaré unos días en reparar esta avería. No podemos ir ahora a por tu coche. Seguro que es culpa de mi cuñado. ¿Sigues sin creerme?

Yo me marché sin saber qué pensar, si era verdad que el científico era gafe, o más bien la culpa era del mecánico, que hacía cierto el chiste de que ser supersticioso trae muy mala suerte.

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Acerca de Alan Rulf

Alan Rulf es el pseudónimo que recoge mi faceta de escritor, para separarla de otros intereses y aficiones.
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19 respuestas a 7.- El gafe.

  1. Ana dijo:

    Hay gente que cree fercientmente que existen los gafes. Yo creo que las cosas pasan porque tienen que pasar, y no soy supersticiosa, pero las personas que lo son, lo pasan verdaderamente mal.
    Chao
    Ana

    • Alan Rulf dijo:

      Yo también creo que las personas supersticiosas lo pasan verdaderamente mal, aunque, si profundizamos un poco, encontramos «supersticiones» en gente que niega ser supersticiosa.

      ¿Cuanta gente usaba un bolígrafo determinado, o llevaba unos calcetines concretos a un examen, porque le daba suerte? ¿Cuántos «san pancracios» hubo para que tocara la Primitiva? ¿Cuántos piensan «me ha ocurrido por hablar de ello, si no lo hubiera dicho no me habría pasado»? ¿O cuantos no lo creen, pero lo hacen «por si acaso»?

      Respecto a eso de que las cosas pasan porque tienen que pasar, es un tema muy complicado, que nos remite a si el destino está escrito o tenemos libre albedrío, la intervención de Dios en nuestro mundo, y otras clásicas preguntas filosóficas que me desbordan.

      Saludos.

  2. bypils dijo:

    El protagonista de la historia, ese sí que es gafe. ¡Pobre hombre!… Y , menos mal que lo está explicando en primera persona y sabemos que ha podido sobrevivir a todas las peripecias argumentales a las que lo está sometiendo el autor…

    Tal vez es que sea todo lo contrario… Un hombre afortunado… Ya se verá.
    ¿No dicen que pisar una caca de perro da suerte????

    Quedo a la espera de saber más… el próximo lunes.

    N.B : Lo de Carlos Sáinz , ja,ja,ja! ; – )

    • Alan Rulf dijo:

      Pues sí, he podido sobrevivir… de momento. Pero no tengo ni idea de lo que me pasará la semana que viene. ¡Este autor me tiene frito!

      Eso de que pisar una caca de perro da suerte, no se lo creen ni los que lo dicen. No es más que un intento por consolarse de tener que limpiar esa guarrada.

      Lo de Carlos Sáinz fue añadido para dar credibilidad al relato con algo conocido. A mí también me hizo gracia.

      Saludos.

  3. Bego dijo:

    Hola, Alanrulf!

    Supersticiosa no, pero como tú bien dices ¿A quién no se le ha pasado por la cabeza, aunque haya sido por una décima de segundo, alguna de esas creencias populares que sin querer taladran tus momentos, y te hacen aunque sea absurdo pensar que tendrás «no sé cuantos años de mala suerte si rompes un espejo»?.
    Ya es un sube y baja de hechos lo que rodea el día a día, para estar pendiente de… un gato negro, no dejar las tijeras abiertas, echarte sal por encima de los hombros…

    Saludos navideños

    • Alan Rulf dijo:

      Pues sí, no somos muy conscientes de la cantidad de supersticiones que nos rodean. No pasar por debajo de una escalera, no dejar el pan boca abajo o evitar el número 13, son de las más clásicas, pero conviven con otras más modernas. La prueba la tenemos en las cadenas de mensajes de correo electrónico que nos aseguran mil desdichas si no los reenviamos (que también hay que tener mala idea para mandar eso a tus amigos, ¿no?). ¿Algún día nos liberaremos de ese «yo no lo creo, pero por si acaso»?

      Saludos.

  4. Gaviota dijo:

    Hola Alan, nunca he sido supersticiosa, ni creo en los gafes, ahora bien si creo
    que hay personas que tienen más suerte en la vida que otras nada más, el caso que cuentas creo que todo son meras coincidencias.
    Por cierto dice Serrat, en una canción que pisar una mierda trae buena suerte.
    Pasa un feliz día y una vieja inolvidable.
    Un abrazo guapetón

    • Alan Rulf dijo:

      Se supone que la suerte (buena o mala) son coincidencias. ¿No? Si me eligen por mis méritos, eso ya no es suerte.

      Lo de tener suerte en la vida ya son palabras mayores, sería demasiado largo hablar de eso en un simple comentario, pero está relacionado con la familia que nos «toca», la educación que recibimos, las decisiones que tomamos, los amigos que tenemos, las oportunidades que aprovechamos, nuestra capacidad de decisión… y también, un poquito, el azar. Y otras muchas cosas, claro.

      Pásalo bien tú también.

  5. Gaviota dijo:

    Ajajajajajaja disculpa pasé a leerte otra vez porque me gusta leer más de una vez los texto y vi que me faltaba una letra supongo que lo habrás entendido ajajajajaa
    quise decir noche vieja aajajajaja disculpa.
    En cuanto a lo que has comentado creo que llevas mucha razón que culpa tengo de
    no haber nacido de sangre azul? ajajaa pero no me toco otra familia, con menos suerte,
    que sus altezas, vamos que tienes mucha razón y me gustaria hablar de este tema quizás haga un post, con el.
    Gracias

  6. Mercedes dijo:

    He leído tu relato y todos los comentarios que han salido sobre él. Yo particularmente no creo en la suerte: ni en la buena, ni en la mala. Creo en el hombre y en su instinto de superación. Otros menos dotados se conformarán con su rutina y otros se verán arrastrados a la cuneta, por tantos motivos como surgen a lo largo de nuestra vida. Pero remitiéndonos s tu relato está gracioso y el detalle de Carlos Sainz le da un toque de realismo

    • Alan Rulf dijo:

      Estoy comprobando que todos estos mitos remiten a temas bastante profundos, casi siempre filosóficos. Yo entiendo la suerte como la materialización de la estadística. Me explicaré: supongamos que sorteo algo entre 100 personas; aquel a quien le toca, ese ha tenido suerte. Es algo por puro azar, y le toca a alguien, como podía haberle tocado a cualquier otro. Todo lo que se salga de esta idea, no es suerte, aunque muchas veces se denomine así, y estará más relacionado con lo que tú planteas.

      Mi intención no es plantear temas filosóficos, sino hacer pasar un rato agradable. Si además estimula el pensamiento, eso que ganamos.

      Saludos y gracias por tu aportación.

  7. emytecuento dijo:

    Hola Alan, te suelo ver en el espacio de Ana. Me he estado entreteniendo un buen rato con varios de tus relatos, y la verdad, me lo he pasado muy bien.
    También me gusta que des pie a reflexionar sobre cuestiones que nos interesan a todos.
    En cuanto al tema de “El gafe”, pienso que la buena disposición de nuestro ánimo es la que atrae la buena suerte, o al revés… quizá de ahí la expresión: “no hay dos sin tres”. Se atraviesan periodos de “mala racha”, o hay otros momentos en la vida, en que parece que todo sale bien.
    Saludos.

    • Alan Rulf dijo:

      Bienvenida, Emytecuento. Yo también te he visto en algunos ‘blogs’, y en algún que otro ‘espace’, antiguamente, aunque entonces yo aún no escribía en Internet.

      Me alegro de que te entretengas en este ‘blog’, esa es mi intención. Si además sirve para reflexionar, tanto mejor. Me estoy planteando escribir de alguna forma ese tipo de reflexiones que os aparecen a raíz de las entradas, tal vez en un apartado independiente, porque no encajarían en los dos apartados actuales, que son de relatos exclusivamente.

      Lo consultaré con la almohada.

      Estoy un poco liado, pero he visto que tú también tienes un ‘blog’ activo. En cuanto pueda paso a visitarte.

      Saludos y feliz cambio de año.

  8. veritasetprobitas dijo:

    No creo en la suerte. Ni en los gafes. Ni en todas esas absurdas creencias que la gente cree para forjarse una explicación sobre los avatares de su existencia.
    Me niego a creer que exista alguna fuerza superior que guie mi camino.

    FELIZ AÑO NUEVO A TODOS.

    • Alan Rulf dijo:

      Decididamente, voy a tener que poner entradas de opinión en el ‘blog’, agrupando vuestros comentarios y lo que pienso sobre el tema. Y la primera será sobre la suerte, no podía ser de otra forma.

      FELIZ AÑO.

  9. Hola Alan! Has elegido un buen tema para escribir, puedes ver que da mucho juego a la hora de reflexionar y cada cual tiene su propia opinión acerca de las superticiones. Destino o casualidad. Esa es la gran pregunta. Quizás la respuesta está en la combinación de ambas.
    Me ha gustado mucho la forma de expresarte en este relato. Me ha resultado muy ameno.
    Saludos.

    • Alan Rulf dijo:

      Creo que, en efecto, este ha sido uno de los capítulos donde ha habido más disparidad de opiniones en los comentarios. Y es que la suerte nos subyuga, nos atrae, nos seduce, y lo daríamos todo por poseerla. ¿No envidiamos al que la tiene?

      Luego, despechados, podemos llegar a decir que no creemos en ella. ¿Seremos ilusos? Acaso sea ella la que no cree en nosotros…

      Saludos.

  10. Cerva dijo:

    Creo que ser supersticioso simplifica la vida, no en el sentido físico (porque he visto gente que se cruza de acera para no pasar por debajo de una escalera), sino en el mental. Es como un bálsamo para la conciencia, la gente piensa que se exime de la responsabilidad o que ya hizo todo lo posible y lo demás no depende de ellos. Dejarse llevar por la corriente de la suerte es algo que hacen muchos. Yo creo que la suerte existe en la medida que la gente la crea.

    El relato ha estado divertido, aunque he tenido que buscar en la RAE la palabra ‘gafe’. Por aquí no se usa mucho.

    Yo soy de las personas que no son supersticiosas pero siempre que voy a rendir un examen me pongo los mismos aretes. Mamá dice que todos necesitamos una «cábala». Y siempre la puedes cambiar si no da resultado ;).

    Saludos.

    • Alan Rulf dijo:

      ¿Tanto hace que te fuiste? Me alegro de que ya estés de nuevo por aquí.

      Creí que era una palabra bastante universal. Por aquí la conoce todo el mundo, aunque realmente no es muy usada (seguro que hace años que no la oía).

      Buena política la tuya sobre la suerte.

      Saludos.

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