Aquella caminata no había servido de nada, pues terminé por volver al lugar de origen sin conseguir la ayuda que necesitaba. Será fácil comprender las pocas ganas que me quedaban de volver a caminar para tratar de encontrar a alguien. ¡Si no se me hubiera olvidado el teléfono móvil en casa!
Al menos había dejado de llover.
Permanecí unos instantes dubitativo, sin saber qué hacer, mirando en todas direcciones, buscando inspiración para resolver mi problema. Entonces vi algo que llamó mi atención. Sé que era absurdo, pero había un objeto surcando el aire, algo redondo, aplastado, blanco. Si no hubiera estado fuera de lugar, habría dicho que era un plato. También podría tratarse de un ‘frisbee‘, aunque su trayectoria era demasiado larga y elevada como para que hubiera podido lanzarlo alguien.
Claro que un plato por el aire tampoco tenía ningún sentido.
Entonces sonó un estampido, un ruido ensordecedor, y luego se repitió, y acompañando a la repetición el plato que rasgaba el cielo se rompió en mil pedazos. Supuse que estaba teniendo lugar alguna competición de tiro al plato, más o menos oficial, lo cual me alegró, porque me facilitaba la labor de encontrar ayuda.
Habría salido a buscarlos inmediatamente, pero me sentía hambriento, y recordé que en el coche tenía algo de comer. Bajé el terraplén y abrí el maletero, y me satisfizo comprobar que no estaba equivocado: en una bolsa tenía, entre otras cosas no comestibles, un paquete de magdalenas que había comprado por la mañana.
Lo abrí y devoré tres o cuatro, hasta que noté algo raro y miré la que acababa de morder: estaba en mal estado. Comprobé en el envoltorio que aún faltaban unos días para alcanzar la fecha de caducidad. Receloso, partí con los dedos otra magdalena, y comprobé que también estaba mohosa, como lo estaban todas las demás.
Escupí, e intenté sacar lo que había tragado, pero mi aparato digestivo se negó a recuperar su condición de vacío. Me consolé recordando lo que decía un amigo mío: «Lo que no mata, engorda«.
Intenté hacer oídos sordos al ruido de mi estómago, que no tardaría en digerir lo poco que había ingerido y aún sentía hambre, y me concentré en localizar a los participantes en la competición de tiro al plato. Empecé a caminar a través del bosque, en dirección al lugar de donde parecían salir los platos.
Estaba mirando uno de ellos fijamente cuando me pareció que la vista se nublaba, con una sensación que sólo puedo describir como de vértigo, y el plato pareció detenerse en el aire. Luego, en un inesperado movimiento, pareció aumentar de tamaño, aunque lo que en realidad ocurría es que se me estaba acercando muy rápidamente.
Aquello era un OVNI, un objeto volante no identificado. Ignoro qué hacía por allí, justo en medio de una competición de tiro, arriesgándose a ser confundido y atacado de manera absurda, aunque eso no parecía importarle. Continuó acercándose, hasta quedar justo encima de mí, a unos quince metros de altura.
Desde mi posición privilegiada pude confirmar que no era un plato. Aquello era un aparato tecnológico, construido por unas manos que muy probablemente no eran humanas. Había oído hablar de casos parecidos, y supuse que lo siguiente que ocurriría sería mi abducción. Sin embargo no fue así, y un disparo ensordecedor rompió el silencio reinante. Casi a la vez, el objeto que estaba sobre mi cabeza inició un rápido movimiento que terminó por alejarlo lo suficiente como para que lo perdiera de vista.
No supe qué pensar. Me senté en el suelo, maravillado, preguntándome si sus tripulantes vendrían de otro planeta. Recordé una teoría que había leído sobre la procedencia de los platillos volantes, que aseguraba que eran construidos por una civilización que habitaba en el interior de la Tierra, y no en el espacio exterior. ‘Intraterrestes‘ creo que los llamaban. Aseguraban que esa teoría explicaba algunas cosas de manera más convincente.
Me pregunté por qué no se estudiaba eso de una vez por todas. Los científicos no estaban a la altura de las circunstancias. La existencia de otra civilización tendría un impacto social inimaginable, y su lugar de procedencia es algo de suma importancia. Lo explicaré de forma clara, para que cualquiera lo pueda entender: si los visitantes proceden del interior de nuestro planeta, su selección podría jugar en el Mundial de Fútbol; en caso contrario seríamos nosotros los que deberíamos integrarnos en un torneo intergaláctico.
Creo que para eso existe la Ciencia, para dar respuesta a las preguntas fundamentales del ser humano, y, respecto a este tema en concreto, ya están tardando en contestar.
El ser humano se hace muchas preguntas, y a veces cree que tiene respuestas para todas ellas.
Muchas gracias por tu visita en mi blog
Ana
Me encanta la hipótesis sobre los «intraterrestres», nunca nos preguntamos por su existencia sólo pensamos en extraterrestres, cuando los primeros, en caso de existir, estarían mucho más cerca de nosotros, quizá incluso ya estén entre nosotros…
Son fantásticas las historias que desarrollas de cada entrada, aunque me ha gustado especialmente esta sobre los intra y extraterrestres. Sigue con los relatos, son realmente buenos.
Un saludo.
Saludos, Mónica, y bienvenida a mi rinconcito virtual. Gracias por tu comentario, me agrada que te gusten mis «criaturitas».
La hipótesis de los intraterrestres no es invento mío. Lo oí hace mucho tiempo, antes de que existiera Internet. Me sorprende que no haya perdido fuerza, pero esto de los mitos es así. Si buscas en cualquier buscador, no tardarás en encontrar fotografías que supuestamente demuestran que la tierra está hueca, y su interior, habitado. Basta con poner en Google «tierra hueca». Por supuesto, unido a esa revelación están las tesis «conspiranoicas» de los gobiernos que nos ocultan la verdad, etc, etc.
Saludos.
Ahora investigaré un poco más sobre los intraterrestres y las teorías «conspiranoicas», desde luego, las cosillas que salen el google al buscar sobre el tema son muy, pero muy curiosas. Un saludo
puede ser que ya existe entre nosotros,,, ya abriré google buscare tierra hueca…
¿Lo hiciste? ¿Te sorprendió?
¡Vaya! Nunca había oido de esas historias sobre «intraterrestres», pero ha sido interesante el enfoque que has dado al texto.
La mayoría de las veces las preguntas que el ser humano se hace no puede contestarlas la ciencia por dos motivos: uno, que no hay suficientes mentes juntas para plantearse cosas inimaginables y dos, porque estos gobiernos no son capaces de invertir en el futuro de su nación: en la educación y en la investigación.
Sigue así, deleitándonos a todos. Un abrazo.
Si te ha interesado, haz una pequeña búsqueda en Google, pero no te creas todo lo que encuentres (no más que esta entrada). 🙂
Mientras sigan pensando que la educación sirve para controlar lo que piensan los futuros votantes, y que la investigación no sirve para nada, nos seguirá yendo como hasta ahora.
Saludos.
Cuando toque jugar en casa, perfecto… les dejamos el vestuario (aunque no sabemos si «ellos» llevan ropa, cuanto menos si se duchan). Pero, y cuando nos toque jugar en su casa? qué hay que alquilar? una nave espacial? jejejeje
muy bueno este relato!! 😛
Pues depende… 😛
Me alegro de que te haya gustado.